.::sermones Iglesia Bautista De La Gracia::.

La manera en que el joven pastor no ha de permitir que se tome en poco su juventud, es siendo ejemplo de vida y ocupándose en su labor ministerial, para que su aprovechamiento sea manifiesto.

El reflexionar sobre la causa de los sufrimientos de Cristo produce sumisión en nuestros corazones a la palabra del Salvador.

La unica esperanza para el pecador, el cual es incapaz de venir a Cristo por sus propias fuerzas, es que el Padre mismo haga una obra en su corazón y le traiga a los pies de Su Hijo.

Nuestra reacción ante el conflicto dependerá de como lo veamos. El conflicto ha de ser visto como una oportunidad para glorificar a Dios, servir a otros y ser moldeados a la imagen de Cristo.

Es una obra del amor de Dios con Sus elegidos, que sufran como peregrinos, no obstante, hay un final feliz para ellos; Dios ha prometido hacerlo y lo hará, pues es galardonador de los que Le buscan.

El pecado no se combate con la ley, sino andando en el Espíritu, sabiendo que nuestra carne fue crucificada y que la obediencia es un fruto de la fe.

Cuando el creyente muere, su alma entra en un estado glorioso que el apóstol lo compara a una casa, un edificio, un vestido o tabernáculo. Allí espera hasta el tiempo de su glorificación.

A medida que conozcas mas a este grandioso Dios, paulatinamente dejarás de decirle a Dios cuan grande es tu angustia y comenzaras a decirle a tu angustia cuan grande es tu Dios.

En el cierre del ultimo libro de las Escrituras tenemos la ultima invitación que hace Dios en la Biblia para que aceptemos la oferta de misericordia, no sea que se cierre para siempre.

Cristo ofrece para el alma cargada quitar el pesado yugo del pecado y sustituirlo por Su yugo, el cual es fácil y ligero. Para ello requiere que renunciemos a nosotros mismos y vengamos a El.

El tesoro del verdadero creyente es Dios mismo, por lo tanto, dado que las aflicciones mismas no nos pueden separar de El, podemos estar gozosos, aun en medio de la Tribulación.

La obra de intercesión Cristo a nuestro favor a la diestra del Padre nos capacita para tener siempre en nuestros labios un canto de triunfo y gloria.

Hay un estado de gloria en el cielo que espera al alma del verdadero creyente, tan pronto como sale del cuerpo mortal, lo que le da esperanza mientras transita como peregrino en este mundo.

La amargura debe ser combatida, ya que nos afecta a nosotros mismos, a quienes nos rodean y sobre todo, bloquea la gracia de Dios en nuestras vidas. El medio para combatirla es el evangelio.

Para el creyente el momento de la muerte es un momento de consuelo, ya que representa el inicio de una gloriosa eternidad en presencia de nuestro Hermoso Salvador.

Dios como Padre y esposo amoroso, protector, instructor y salvador de Su pueblo es el patrón ideal de como debe ser el hombre cristiano para con su casa.

Es hora de que te desmontes del Titanic de tu auto-justicia y te unas al grupo de aquellos que han visto su enfermedad y han abordado el barco de Jesucristo, El Salvador de los pecadores.

Si de algo hemos de cuidarnos es que nuestro resultado no sea el mismo que el de este joven rico, quien prefirió a sus propios ídolos antes que al verdadero tesoro: Jesucristo.

Es necesario mover la roca de la incredulidad de nuestros corazones antes de poder ver la gloria de Dios en Cristo.